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En el extranjero, Medtronic, la mayor productora de dispositivos médicos en el mundo, acumula una larga lista de sanciones. Entre otras cosas, ha sido cuestionada por pagar viajes y entregar «incentivos» para que los médicos usen sus productos. Chile no escapa de su lobby, conflictos de interés e incluso se investiga un caso de posible soborno. Así opera «The Medtronic Way» en el país.

Francisca Skoknic e Ignacia Velasco

India, Inglaterra, Australia, Perú y Francia son algunos de los países donde en los últimos días se han publicado reportajes sobre Medtronic, el mayor productor de dispositivos médicos del mundo. El detonante fue la investigación “The Implant Files” del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés). “The Medtronic way” (“El estilo Medtronic”), que la empresa define como “innovación con sentido”, fue retratado por ICIJcomo el de una compañía cuyos productos acumulan un historial de lesiones en sus pacientes y cuyas prácticas empresariales dejan mucho que desear.

Al igual que en el resto del mundo, Medtronic tiene una fuerte presencia en Chile, tanto en los servicios de salud públicos como en los privados. En los últimos tres años la compañía le ha vendido $133 mil millones al Estado (unos US$11 millones) en equipamiento y dispositivos médicos, como las bombas de insulina que se financian bajo la Ley Ricarte Soto.

El lobby, otro rasgo del estilo Medtronic (invierte unos US$4 millones al año en Estados Unidos), tampoco ha estado ausente de su actividad en Chile. Sólo en los últimos tres años, la plataforma de lobby local registra 70 reuniones entre autoridades y representantes de Medtronic.

Uno de sus mayores esfuerzos ha sido posicionar a su filial Integrated Health Solutions (IHS), que desembarcó en Chile a fines de 2015 al comprar Cardiored, una empresa que proveía servicios cardiovasculares. Por esa fecha estuvo en el país el CEO mundial de Medtronic, Omar Ishrak, quien aprovechó de liderar el lobby ante las autoridades de gobierno. El objetivo era “presentar oficialmente la propuesta que se está preparando para posicionar Medtronic como el partner del sistema de salud chileno”, según se lee en la solicitud de la audiencia que el ejecutivo tuvo en Fonasa.

Desde entonces hasta ahora, ejecutivos de Medtronic han tenido al menos una quincena de reuniones con autoridades de distintos niveles del sistema de salud para intentar cerrar negocios con IHS. Qué ofrecen: soluciones integrales para las unidades cardiovasculares, pabellones y telemedicina bajo un modelo en el que básicamente toman control de la gestión de esas unidades con la promesa de hacerlas más eficientes.

La oferta incluye hacerse cargo no sólo de los insumos, sino de todos los procesos. “Esta es tu sala, yo te la voy a administrar; yo te proveo los insumos y te ayudo a que sea más eficiente”, dice el presidente de Medtronic para el Pacífico Sur, Juan Toro, en un video promocional que muestra el caso de la Clínica Universitaria de Puerto Montt, una de las ocho clínicas privadas chilenas que tienen una “alianza” con Medtronic (ver video). Este modelo ha sido cuestionado en otros países.  Entre otras cosas, se critica que entregue equipos gratuitamente para habilitar pabellones en hospitales y termine asegurándose la venta de dispositivos médicos, lo que disminuiría la competencia, sería un incentivo a la compra de insumos caros y limitaría la capacidad de elección de los profesionales de la salud.

Parte del modelo de negocio de Medtronic con IHS descansa en un esquema de atención de salud basada en valor (Value-based healthcare), que promete mayor eficiencia y menores costos. Para darle sustento a este modelo, la empresa encargó un estudio a The Economist Intelligence Unit, la unidad de análisis de la prestigiosa revista británica (ver el sitio que contiene el estudio). Se consideró la información de 25 países, entre ellos Chile.

El lanzamiento del estudio para América Latina fue el 1 de diciembre de 2016 en Miami, evento al que la compañía invitó a la entonces ministra de Salud, Carmen Castillo: “Junto con saludar, se solicita contacto con la Ministra de Salud, con objeto de extender una invitación de carácter académico para exponer resultados del estudio Modelos de Atención en Salud Basados en Valor: Una Evaluación Global”, decía la invitación. No hay registro de que la ministra haya aceptado el viaje, pero el episodio refleja el perfil de la compañía, que no escatima en gastos en lobby, regalos e invitaciones a autoridades y médicos, una práctica por la que ha sido sancionada en otros países, como Estados Unidos.

En los días siguientes a la presentación del estudio, los principales diarios económicos nacionales, Pulso y Diario Financiero, dieron cuenta de los resultados. Citaban al presidente para América Latina de Medtronic, Hugo Villegas, quien relataba que llevaban un año conversando con Fonasa para implementar su modelo y aseguraba que acababan de firmar un acuerdo de confidencialidad para empezar a trabajar en un piloto en un hospital.

Si bien en Fonasa negaron por escrito que exista algún convenio con Medtronic, en la empresa aseguran que existe: “Después de varias reuniones y discusiones, establecimos, junto con Fonasa, un proyecto piloto de cuidado de salud basada en el valor (…) En su fase inicial, el proyecto de Chile beneficiará a 60 personas con arritmias y trastornos de la conducción que tienen dispositivos de desfibrilación y resincronización cardíacas, y son usuarios del sector público. Gracias al piloto, estos pacientes recibirán un sistema de monitoreo remoto, llamado Carelink, que, a través de la tecnología, permite el acceso a diagnósticos críticos para controlar la insuficiencia cardíaca”, explicó por escrito a LaBot la gerente de Comunicaciones de la empresa en Chile, Sandra Ocampo.

CONFLICTOS DE INTERÉS EN MAIPÚ

Los artículos de prensa apuntan a que el hospital El Carmen de Maipú fue el primer establecimiento público en el que Medtronic logró implementar su modelo de “soluciones integrales”. En febrero de este año, el Diario Financiero afirmaba que dicho hospital ya operaba bajo el sistema de IHS. Días más tarde, LaNación.cl publicaba una nota en la misma línea. El dato también apareció en el sitio especializado Clínico.cl, entre otros. La fuente principal en todos los casos era el gerente de IHS Medtronic Chile, Felipe Arredondo, y la información era tan similar que parecía sacada de un comunicado de prensa.

En el hospital de Maipú, el director subrogante, Sergio Ramírez, negó tajantemente a LaBot que exista algún convenio con Medtronic o su filial IHS. Según dijo, sólo se han realizado compras a su filial IHS a través de licitaciones vía Mercado Público, las que cifró en más de $1.000 millones. IHS sólo ha tenido un cliente en el sistema público: el hospital de Maipú.

Ramírez explica que si hay equipos de IHS operando en el hospital, es porque las licitaciones los solicitan: se compran insumos y las empresas que se adjudican las ventas deben instalar equipos para usar esos insumos. Es la solución que han encontrado a la imposibilidad de realizar inversiones. Por ejemplo, en este momento en Maipú hay una mesa quirúrgica móvil dejada por IHS en comodato.

“Prestar o el comodato de maquinarias es muy común. Cuando uno compra elementos de anestesia, Braun te presta tres ecógrafos. Cuando uno compra todas las infusiones, Braun te trae las bombas de infusión. Todos los fármacos e insumos que necesitan alguna maquinaria extra habitualmente son con comodato. Eso no es extraño en ninguna parte. Ni en las clínicas ni en los hospitales”, asegura Ramírez.

En el caso de IHS, todas las compras corresponden a insumos de hemodinamia y electrofisiología, para la realización de exámenes e intervenciones cardiovasculares que requieren tecnología de punta, a cargo de la unidad de Cardiología. El director de dicha unidad, el médico Guillermo Albisu, conocía bien al proveedor: fue él quien como socio y CEO de Cardiored (su nombre legal era Scardin), en noviembre de 2015 participó en la venta del 51% de la empresa a Medtronic en $2 mil millones (ver acta de directorio). Poco después sería rebautizada como Integrated Health Solutions (IHS).

En el sitio de ChileProveedores, donde deben estar inscritos todos quienes quieran venderle al Estado, la lista de socios de IHS aún incluye a Albisu como accionista, con 14,13% (ver certificado de socios de IHS). Albisú, sin embargo, señaló a LaBot que fue socio y director de la empresa hasta julio de 2018.

Por escrito, Metronic aseguró que el médico no es asesor, director, ni empleado de la empresa, que ahora es 100% dueña de IHS. Sin embargo, al solicitarles algún documento que certifique la compra del total de la compañía, la respuesta fue que “los documentos de la adquisición son privados”.

Como jefe de Cardiología en el hospital de Maipú, cargo que ejerce desde 2015, Albisu participa de la decisión sobre los insumos que se adquieren en la unidad. Según explica el director (S) Ramírez, son los equipos médicos los que definen qué se necesita comprar, por lo que resulta un conflicto de interés que IHS, una empresa ligada a Albisu, fuera la que hiciera las millonarias ventas. El conflicto de interés se extendió aún después de que dejó de ser director de IHS (julio de 2018, según él), porque entonces comenzó a integrar las comisiones evaluadoras de licitaciones en que participó (y ganó) la empresa.

La relación Albisu con Medtronic es ampliamente conocida en el mercado de los insumos cardiológicos y también entre los especialistas del área. En abril de 2016, el nombre de Albisu generó controversia en la asamblea anual de la Asociación Gremial de Hemodinamistas de Chile (Asohemchi). Así lo resume el acta:

“El Dr. (Mario) Araya comenta de la nueva empresa de Medtronic y de su ofrecimiento para el sistema público de soluciones de hemodinamia, y su preocupación de si habría o no competencia en los hospitales públicos. En el mismo sentido intervino el Dr. (Christian) Dauvergne, quien planteó reparos en la forma de accionar en cardiología intervencional de los dos socios de Asohemchi, los Drs. Guillermo Albisu y Juan Delgado (su socio)”.

LaBot contactó a empresas que han participado en licitaciones de hemodinamia en el hospital de Maipú. Representantes de tres de ellas dijeron desconfiar de los procesos, pero creen que no vale la pena reclamar. Uno de los proveedores, por ejemplo, cree que IHS gana las licitaciones gracias a que hay equipos suyos instalados en el hospital, entonces sólo ellos pueden vender los insumos y se convierten en los principales proveedores. “Los equipos están puestos por ellos mismos en comodato y en la compra de insumos están obligados a comprarles a ellos. Va contra la transparencia”, cuestiona uno de los competidores de IHS.

Otro pone el acento en el supuesto convenio de IHS con el hospital de Maipú: “Es vox populi, todos los proveedores de esta línea de artículos saben que es así y que el hospital tiene un contrato con IHS para que le administre el servicio de hemodinamia. De acuerdo a eso ellos suben la licitación y ponen que el proveedor que oferta tiene que tener todos los productos. Con eso te limita y te deja afuera por base. Uno participa igual solamente por molestar, para poder tener la información sobre los valores por los que licitaron”.

El rol de Albisu en esos procesos ha ido más allá de los rumores y viene desde antes de que Medtronic ingresara a IHS, cuando aún se llamaba Cardiored y el médico era accionista y CEO. Se han dado licitaciones, como una de febrero de 2015, en que los oferentes plantearon dentro del espacio en que pueden hacer preguntas sobre la licitación, el problema del conflicto de interés: “¿En qué afecta que un socio de la empresa oferente, dueño de más de un 10% de ésta, ocupe un cargo de Jefe del Departamento Cardiovascular del Hospital Clínico Metropolitano El Carmen, Dr. Luis Valentín Ferrada? En el caso que el oferente no pudiera participar de la licitación bajo esta situación. ¿Cuándo debiera renunciar a su cargo y en qué plazos para que sea capaz de ofertar?”.

La respuesta del encargado de la licitación fue breve y citó un artículo de la ley sobre las inhabilidades para la suscripción de contratos con el Estado. Establece que éstos no podrán realizarse con los directivos de la misma institución, así como tampoco con sociedades en que sean accionistas.  El competidor volvió a la carga: “¿Las jefaturas médicas de las especialidades son alcanzadas por la ley mencionada? ¿O solo son para cargos directivos de mayor jerarquía dentro del escalafón de los empleados del hospital o servicios de salud?”. La ley atañe también al jefe de departamento o su equivalente, fue la respuesta esta vez.

Esa licitación por la contratación de servicios de hemodinamia terminó siendo declarada desierta. Queda claro que las autoridades hospitalarias sabían del conflicto de interés de Albisu, y sin embargo nada cambió. Vendió parte de la empresa a Medtronic, vinieron nuevas licitaciones y los millonarios contratos para IHS.

Albisu, sin embargo, enfatiza que no hay ilegalidad. Aunque es jefe de la Unidad de Cardiología y Hemodinamia del Hospital de Maipú, el médico que no quiso dar entrevista pero entregó su versión por email se definió sólo como “cardiólogo” del establecimiento. Y agregó: “Nunca he sido directivo del hospital, requisito necesario para que exista alguna inhabilidad o incompatibilidad. Es más, nunca participé en procesos licitatorios del hospital incluida esa empresa. Solo después de haber vendido todas mis acciones participé en dos comisiones evaluadoras, haciendo presente en ellas que carecía de conflicto de interés que me restara imparcialidad en cualquier opinión conforme lo exige la ley”.

La Ley de Bases de la Administración del Estado establece que entre las conductas que contravienen la probidad administrativa están «intervenir, en razón de las funciones, en asuntos en que se tenga interés personal». Adicionalmente, la Ley de Bases de Procedimiento Administrativo señala que los funcionarios públicos deben abstenerse de intervenir en un procedimiento en caso de «tener relación de servicio con persona natural o jurídica interesada directamente en el asunto, o haberle prestado en los dos últimos años servicios profesionales de cualquier tipo y en cualquier circunstancia o lugar·.

El hospital evitó pronunciarse sobre el fondo del problema y sólo respondió por escrito que se le pidió a Albisu que actualizara la información que de Mercado Público donde aún aparece como accionista de IHS.

DERECHAMENTE COHECHO

Medtronic no escapa de la cuestionada práctica de laboratorios y empresas de insumos médicos que pagan a los doctores viajes a conferencias internacionales y otras regalías. Aunque a estas alturas se trata de algo mal visto y criticado en voz baja, pues se cree que condiciona decisiones médicas, suele no tener consecuencias para quienes aprovechan estos beneficios.

Pero esta aparente impunidad está a punto de romperse en Chile. Este año el Consejo de Defensa del Estado (CDE) se querelló por cohecho contra un cardiólogo que participó en la adjudicación de una licitación y luego aceptó un viaje de la empresa ganadora. La beneficiada: Medtronic.

El hecho sucedió en 2015 en el Hospital de Las Higueras de Talcahuano. A través de una licitación, Medtronic se adjudicó contratos que significaron ingresos por $600 millones, detalla la querella. El problema es que entre que se publicaron las bases de licitación y se adjudicaron los contratos, el doctor Fernando Albornoz aceptó la invitación de Medtronic a un congreso de 4 días en Estambul, con todos los gastos pagados. En los dos años siguientes, la empresa llevó al médico a eventos en Lisboa y en Washington.

Albornoz es acusado también de fraude al Fisco, por hechos que nada tienen que ver con Medtronic. Según el CDE, el también jefe de la Unidad de Hemodinamia del Hospital Las Higueras, montó un sistema para desviar a pacientes hacia un centro médico privado donde también trabajaba. El costo para el Servicio de Salud de Talcahuano fue de más de $1.600 millones.

Este proyecto cuenta con el apoyo del fondo Howard G. Buffet para mujeres periodistas de la International Women’s Media Foundation.